viernes, 8 de octubre de 2010

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Cuando estás enamorado no es sólo que te comportas como un idiota. Es que además piensas que eres especial, que las cosas que haces no las hace nadie más en el mundo. Aunque en realidad lo que haces es repetir las mismas tonterías que hacen todos los enamorados.
Por ejemplo: el teléfono se convierte en el centro de tu vida, lo miras cada cinco minutos para comprobar que hay línea. ¿Pero qué te crees? ¿Que te van a cortar la línea justo en el momento en el que te tiene que llamar el? Hombre, los de Telefónica tienen mala leche, pero no tanto.
Cuando por fin te llama te da un vuelco el corazón y te dispones a tener una conversación muy profunda:
- ¿Qué haces?
- Nada.
Y así, dos horas de conversación profunda y otras dos para colgar:
- Bueno, pues cuelga.
- No, cuelga tú.
- Tú primero.
- No, tú.
- Contamos tres y colgamos los dos a la vez.
- Uno, dos y tres.
Y si cuelga el, te quedas jodido y piensas que tú le quieres más. Y le vuelves a llamar:
- Oye, me has colgado.
- ¿Pero no has dicho que contáramos hasta tres?
- Sí, pero no tan rápido

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